Geopolítica de la crisis de Ucrania, las consecuencias a la seguridad internacional
25 feb 2022
Juan Manuel Aguilar Antonio
Columna Invitada
El anuncio en torno a la ejecución de una operación militar especial por parte del presidente de Rusia, Vladimir Putin, bajo el argumento de desmilitarizar y desnazificar a Ucrania; representa una reconfiguración de la geopolítica internacional.
El anuncio en torno a la ejecución de una operación militar especial, a las 06:00 AM, tiempo de Moscú, parte del presidente de Rusia, Vladimir Putin, el 23 de febrero, bajo el argumento de desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, representa una reconfiguración de la geopolítica internacional que no sólo se sujeta a la reunión euroasiática, sino tendrá consecuencias inmediatas en la esfera global.
En este evento se juegan una serie de reequilibrios de poder entre actores como la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), la Unión Europea, y los liderazgos globales que ejercen naciones como Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, la República Popular China. Del mismo modo, el reconocimiento de las independencias de las provincias de Donetsk y Lugansk, de forma semejante a los realizado por Rusia en Abjasia y Osetia del Sur, en 2008 con la operación Campo Limpio ejecutada por la Federación Rusa, ponen de manifiesta la vigencia de su poder duro y carácter de potencia regional.
En ese sentido, y con base a un análisis geopolítico, centrado en las variables históricas, étnicas y políticas, mostramos un de las reconfiguraciones internacionales derivadas de este evento:
La cuestión histórica entre Rusia y Ucrania: el pasado en común entre Ucrania y Rusia es un hecho. A pesar de los esfuerzos por parte de los medios de comunicación, de externar y presentar como un abuso o una noción imperialista la visión del presidente Vladimir Putin, de considerar a parte del territorio ucraniano parte del pasado de la Federación Rusa.
El pasado histórico común es un hecho. Desde la solicitud de anexión de lo ucranianos a la Zarina Catalina la Grande de unirse a Rusia en 1764, Ucrania y sus regiones han sido parte trascendental de episodios históricos del gigante eslavo como la Guerra de Crimea, la Guerra Fría o el accidente de Chernóbil. En este sentido, la anexión de Crimea a Ucrania, por capricho de Nikita Jruschovy, cimentaron la parte de una serie de óblast rusos en esta nación que en la segunda década del siglo XXI se han definido como el principal obstáculo para la consolidación de un proyecto nacional ucraniano, fuera de la influencia de su vecino del este.
I) La inestabilidad política de Ucrania: El siglo XXI no ha sido benevolente con Ucrania y con la consolidación de un régimen político sólido en la era post soviética. La nación empezó el siglo con protestas que dieron origen a la Revolución Naranja en noviembre de 2004. Y hoy, con la intervención militar de Rusia, la nación de Europa del Este está por cumplir veinte años de inestabilidad política. A la consumación de la Revolución Naranja, siguieron los débiles gobiernos de Leonid Kuchma y Víktor Yúshchenko. Con la consecuente caída del gobierno de este último a raíz del “Euromaidán”, protestas europeístas y nacionalistas que concluyeron con la caída de un régimen afín al Krelim. La Revolución de la Indignidad llevó a un proceso de inestabilidad que tanto el presidente interino Aleksandr Turchínov y Volodímir Zelenski no supieron afrontar.
Nunca se logró la consolidación interna del nuevo gobierno, ni se afianzaron las alianzas estratégicas con actores como la Unión Europea y la OTAN, que sólo culminaban en provocaciones a Rusia. Tampoco se dio solución a las controversias entre el nuevo gobierno y las provincias rusas Chernihiv, Sumy. Járkov, Lugansk, Donetsk, Jmelnitski y Crimena, que nunca se sintieron incluidas en el nuevo proyecto de país europeísta y nacionalista. Si bien el referéndum de Crimea de 2014 fue un golpe fuerte a Ucrania, la tendencia de separatismo las provincias rusas implican una potencial amenaza. Se ha expandido a Donetsk y Lugansk, y tiene el potencial de alcanzar al resto de las regiones en el futuro cercano. ¿Auguran más décadas de inestabilidad a Ucrania?
II) Refrendar el papel del poderío ruso en Eurasia y el mundo. Si bien las sanciones que ejecutarán las naciones del G20 y la Unión Europea tendrán un fuerte impacto en la economía y estabilidad financiera de Rusia. En el panorama político se refrenda el poder de Rusia como una potencia global. La intervención rusa a favor de las provincias prorrusas es un mensaje de pragmatismo y coerción a sus vecinos, sobre reconocer a la nación como el líder político y militar de la región, que no dudará en actuar frente actores que amenacen su seguridad nacional. Con este nuevo episodio de la era Putin, el presidente ruso transformó a una nación al borde de la desintegración, en el marco de los separatistas chechenos, a una potencia global y en expansión con la capacidad de anexarse provincias rusas en los estados ex satélites de la URSS.
El mensaje al gobierno de Putin a Zelensky es semejante al enviado en Georgia en 2008, con el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia. Rusia no duda en ejecutar una intervención armada para demostrar su superioridad bélica, su estrategia no es la de la provocación, como la de la OTAN, sino la de la ejecución del poder duro. Los coqueteos con sus adversarios son castigados con la fuerza. Y las alianzas estratégicas con el Kremlin, como es el caso de la relación con Bielorrusia y en Aleksandr Lukashenko, son premiados y garantizan la paz.
Sin embargo, la operación militar de 2022 también se transforma en un punto de tensión al ser el segundo momento álgido en que Rusia se ve involucrado en un proceso de desintegración nacional del territorio de Ucrania. Después de la anexión de Crimea en 2014, y con la viable inclusión de Donetsk y Lugansk a la federación, la tensión entre los dos países escala de forma dramática a los ojos de la comunidad internacional. Los historiados no pueden evitar hacer un paragón entre estas acciones de Putin y la anexión de Austria, República Checa y Polonia por parte de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. La pregunta crucial en este punto es: ¿una tercera agresión a Ucrania, en el futuro cercano, podría ser un catalizador de un conflicto de escalas impensables? Un cuestionamiento que vale la pena preguntarse de cara al futuro. De momento, Rusia reposiciona su lugar como super potencia en Eurasia y el mundo entero, sin embargo, los costos económicos son enormes. Tras el anuncio de la “operación militar especial” el mercado de valores ruso inauguró su jornada de actividades con un desplome del 10.4%. Y el cerco económico a la nación será adverso.
III) Francia, Alemania y la Unión Europea: en el ámbito europeo el fracaso más grande de la crisis de Ucrania cae sobre los hombros del presidente Emmanuel Macron. Sus intentos de servir como mediador para entablar un dialogo entre Estados Unidos y Rusia, a través de una llamada o encuentro en Putin y Joe Biden dañan fuertemente la efigie de líder regional de Francia. Por su parte, el Canciller alemán Olaf Scholz también se ha mostrado como un inexperto en el ámbito de la política internacional. Con un perfil insuficiente para llenar los zapatos de la exlíder germana, Angela Merkel. Las condenas de su gobierno sólo van a incitaciones a Rusia a detener la operación militar en el ámbito político. En el ámbito económico promovió una suspensión de la certificación del gasoducto Nord Stream 2. Sin embargo, estas acciones se benefician del advenimiento de la primavera en Europa, que reduce la dependencia del gas ruso, pero que serán difíciles de mantener a finales de este año.
Para el caso de la Unión Europea, queda en tela de juicio la postura como bloque regional respecto a la aplicación de sanciones. Y la postura de los integrantes que están situados en Europa Central y mantiene fuertes vínculos económicos con Rusia. La dependencia económica de naciones como Polonia, Hungría y República Checa puede verse comprometida en el marco de la política de sanción a Moscú. Las afectaciones a estos países aún no han sido evaluadas del todo, por la premura de ejecutar una sanción internacional. Y con una Hungría y Polonia, con gobierno cada vez más nacionalistas, la crisis rusa puede ser un evento que cause tensión al interior de la Unión Europea.
IV) Reino Unido, Estados Unidos y la OTAN: el liderazgo atlántico en torno a la seguridad internacional se ha visto mermado en este episodio. El papel de Reino Unido, así como la postura de su primer ministro Boris Johnson ha sido nulo. Se limitan sólo a sanciones económicas a bancos rusos, y apoyo económico y militar a Ucrania. En el caso del prestigio de Estados Unidos y la OTAN, el daño igual es severo. Para el caso de Biden este episodio se anexa a una cuestionable ejecución y conducción de la política exterior de los Estados Unidos. El primer gran fracaso se da con la caída de Kabul y la reconquista de Afganistán por los talibanes. El segundo en el marco de la crisis de Ucrania.
Del mismo modo, la OTAN queda mal como una alianza estratégica que abandona a los países que define como socios estratégicos, pero que no son miembros de la organización. Fue error adverso lanzar la falsa promesa a Ucrania de una asociación estratégica semejante a la de Estonia, Letonia y Lituania. Mucho más la promesa de hacerla miembro pleno de OTAN como estos países. El contexto de acercamiento entre la nación eslava y la alianza atlántica no son los mismos al momento de la adhesión de sus tres hermanas ex repúblicas soviéticas. Los costos están materializados ahora y Ucrania pagará muy caro esta falta de compromiso.
V) La Organización de las Naciones Unidas, dramáticas fueron las imágenes de las dos sesiones extraordinarias convocadas por el Consejo de Seguridad frente a la crisis de Ucrania. En primer plano, al ser conducidas bajo la presidencia rusa del organismo con el embajador Vasili Nebenzia como representante de la Federación Rusa. En segunda instancia, a razón de que los primeros choques armados entre Ucrania y Rusia se dieron al momento de la ejecución de estas reuniones.
El impacto mediático de la declaración del embajador de ucraniano Sergiy Kyslytsya con la frase “No hay purgatorio para los criminales de guerra. Ellos van directo al infierno” repercutió en la comunidad internacional. A pesar de esto, por la estructuración antidemocrática del derecho de veto, del Consejo de Seguridad, el margen de acción para alcanzar un acuerdo de pacificación era muy pocos.
V) China: resaltan los acercamientos entre Putin y Xi Jinping, el pasado 4 de febrero, en el escalamiento de la crisis ucraniana. En ese sentido, un par de días antes de reconocer la independencia de las provincias de Donetsk y Lugansk la prensa internacional destacó la cercanía y acercamientos de Rusia con el gigante asiático. La necesidad de este respaldo es evidente, Putin sabía el adverso entorno económico que se avecinaba para su país ante la operación militar en Ucrania y necesitaba saber si tenía el respaldo de la economía más importante del mundo. Su actuar parece indicar que China será un socio estratégico en materia económica para Rusia en los próximos meses.