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El ocaso de la Infantería

7 ene 2025

Víctor Hernández

Especialista en seguridad nacional y egresado del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William J. Perry de la Universidad Nacional de Defensa de Estados Unidos

El Ejército Mexicano se ha convertido en el hegemón indiscutible de la política de seguridad en México. Ni la Fuerza Aérea, ni la Armada, ni la Guardia Nacional (declarada la cuarta fuerza armada del país), ni ninguna institución civil pueden en el corto plazo revertir el poder e influencia acaparado por los generales del ejército de tierra en el marco de la militarización de la vida pública que ha experimentado México.

            Sin embargo, esta hegemonía ha venido con un costo para quienes históricamente han monopolizado el poder en los pasillos de la Secretaría de la Defensa, a saber, los oficiales de infantería.

            La infantería históricamente fue, a nivel operativo y presupuestal, la protagonista y reina de las armas de la SEDENA desde la segunda mitad del siglo XX. Mientras que durante la Revolución y las primeras décadas del gobierno postrevolucionario claramente la hegemonía al interior de la SEDENA la tenía el arma de caballería, las necesidades operativas del ejército pasaron de las de un país en franca guerra civil a las de un ejército de pequeñas unidades móviles que pudieran darle cobertura a todo el territorio nacional para la realización de campañas de contrainsurgencia y antinarcóticos. Para inicios del siglo XXI, el ejército mexicano contaba con poco más de 100 batallones de infantería y docenas de compañías de infantería no encuadradas. Esa cantidad de vacantes destinadas al arma de infantería no puede ser igualada incluso aunque se sumaran todos los regimientos de caballería, artillería, arma blindada e ingenieros de combate.

            La erosión del poder de la infantería ha venido de dos fuentes, por un lado de las reorganizaciones administrativas del Ejército Mexicano en su proceso de transformación en una fuerza policial, y por otro en los nombramientos del titular de la Secretaría de la Defensa.

            La infantería experimentó dos grandes éxodos. El primero, bajo el general Salvador Cienfuegos Zepeda, quien en el marco de la guerra contra el narcotráfico optó por impulsar el crecimiento y creación de nuevas brigadas de Policía Militar, en un esfuerzo por introducir en los teatros de operaciones elementos con algún tipo de entrenamiento, aunque fuese rudimentario, en funciones policiales. Ello implicó la creación de un curso de formación de oficiales de Policía Militar en el Colegio Militar, y el desvío de reclutas y vacantes para la construcción de estas brigadas.

            El segundo éxodo fue la creación de la Guardia Nacional. Para fingir que la Guardia Nacional ya existía, miles de soldados fueron unilateralmente redesignados ya no como soldados, sino como policías integrantes de la Guardia Nacional, pero la aritmética es despótica. Sumar tropas de un lado implica restarlas de otro. La Policía Militar y el Guardia Nacional nacieron, como dice el Evangelio, de la “costilla de la Infantería”.

            Los infantes también han perdido el derecho de paso para la titularidad de la SEDENA. Mientras que los últimos secretarios de la defensa infantes fueron los generales Antonio Riviello Bazán, Vega García y Cienfuegos Zepeda, a lo largo de las últimas cuatro décadas la mayoría de los secretarios de la defensa han sido u oficiales de artillería (como Enrique Cervantes Aguirre y Guillermo Galván Gálvan) u oficiales de caballería, como es el caso de los generales Félix Galván López, Juan Arévalo Gardoqui, y en fechas más recientes, Luis Cresencio Sandoval y el recién nombrado Ricardo Trevilla Trejo.

            Todo pareciera indicar que al interior de las filas del Ejército la histórica hegemonía de la infantería está, por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en peligro. Sólo el tiempo dirá si este cambio en la vida política del Ejército es para bien de los mexicanos, o no.

            ¿Por qué es importante monitorear estos cambios en los centros gravitacionales del poder al interior de las Fuerzas Armadas? Porque aunque cada grupo de interés y fuerza participante del sistema de seguridad nacional (policías, servicios de inteligencia, grupos de asesores, fuerzas armadas) tiene por presunta razón de su existir el “bien de México y la protección de su población”, detrás de esas nobles intenciones está de por medio una lucha por presupuesto, poder, prestigio e influencia, y cuando están en juego preseas tan valiosas, suele ser el pragmatismo y no el heroico sacrificio el criterio que prima entre los jugadores de esta lucha de poder.


Imagen de portada retomada de https://aristeguinoticias.com/2703/mexico/sedena-abre-vacantes-en-el-ejercito-requisitos-y-como-inscribirte/

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