Los paradigmas tradicionales de seguridad dejan fuera a la Sostenibilidad en la agenda de seguridad. Sin embargo, paradigmas críticos como la seguridad humana han puesto en evidencia la necesidad de considerar la persona como sujeto de la seguridad; con el fin de subsanar las grietas en los escenarios y dinámicas complejas que no pueden abordarse exclusivamente con un enfoque estatocentrista.

Con esto en mente, la seguridad, más allá de la protección del Estado, debe contar con la protección del individuo y del medio ambiente. Esto no deriva solo de una agenda humanitaria; diversas discusiones en el ámbito académico han demostrado que la fuente de la mayoría de los conflictos al interior de los Estados y los grandes problemas transnacionales son ocasionados por factores sociales o ambientales.

En el informe de 2023 del World Economic Forum, se evidencia esta situación al incluir tres riesgos sociales y cinco ambientales en la lista de los diez riesgos globales más importantes a corto plazo, mientras que sólo uno de los riesgos es geopolítico.

La preocupación en aspectos ambientales y sociales se ha incrementado entre los Estados y en la comunidad internacional, a tal punto que se ha acelerado la generación de regulación y se ha aumentado el financiamiento a todos los niveles para afrontar las amenazas derivadas del cambio climático y  la degradación del ambiente.

“En los últimos siete años, el Grupo Banco Mundial aumentó su financiamiento para el clima de USD 10,900 millones en el ejercicio de 2016 a USD 31,700 millones en el ejercicio de 2022.” (bancomundial.org)

Respecto a los temas sociales, una de las grandes preocupaciones es el desplazamiento forzado de personas, lo cual a nivel nacional se vuelve un tema de seguridad prioritario y difícil de resolver garantizando el respeto de los derechos humanos de las personas migrantes. Independientemente de la causa del desplazamiento, ya sea por conflictos, violencia o causas climáticas, los efectos que genera el flujo migratorio en los países de tránsito impactan a la seguridad nacional y obligan a la cooperación internacional.

La agencia de las Naciones Unidas para los refugiados advierte que a mayo de 2023 el número de desplazados forzados alcanzó los 110 millones de personas, un máximo histórico. 

En ese contexto, surge la necesidad de abordar las amenazas a la seguridad desde una perspectiva de Desarrollo, la cual permite a diferencia de una perspectiva militar actuar de forma preventiva y no sólo reactiva.

En este punto entra la Sostenibilidad como la principal estrategia para abordar las inseguridades derivadas de amenazas no militares. La Sostenibilidad parte del principio de un desarrollo que asegure las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, esto se logra a partir de que los Estados y otros actores nacionales e internacionales busquen un desarrollo que satisfaga las dimensiones económicas, sociales y ambientales.

En otras palabras, incluir los temas de Sostenibilidad en las agendas de seguridad, no sólo permitirá entender y prevenir conflictos derivados de aspectos ambientales y sociales; sino que resulta una necesidad para contar con estrategias de seguridad integrales para afrontar problemas complejos y multifactoriales que amenazan tanto a las personas como a los Estados.