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La transformación inconclusa: 300 años para la igualdad de género

1 oct 2025

Andrea Alessandra Gallegos García

Un análisis crítico de los desafíos persistentes en el avance por la igualdad de género a nivel global.

Siglo XXI, año 2025: Han pasado ochenta años desde la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cincuenta años desde la Primera Conferencia Mundial de la Mujer, treinta años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, y veinticinco años de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Mujeres, Paz y Seguridad. Así, 2025 se vuelve un año clave para los compromisos internacionales sobre la agenda de género y de mujeres. No obstante, el progreso por los derechos de millones de mujeres ha sido lento. La Organización de las Naciones Unidas señala que, al paso actual, faltan aproximadamente 300 años para lograr la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres.


El pasado lunes 22 de septiembre, la igualdad de género pasó a primer plano en la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) durante la Reunión de Alto Nivel con motivo del trigésimo aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Este encuentro internacional permitió reconocer la importancia de reforzar los compromisos internacionales con respecto a los derechos de las mujeres. No obstante, este interés debe transformarse en una responsabilidad global que se mantenga cada día y no sólo en ocasiones conmemorativas.


Recientemente, ONU Mujeres publicó el informe Gender Snapshot 2025, el cual presenta datos sobre el progreso de la igualdad de género en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a nivel mundial. A pesar de algunos avances en materia de género, aún queda un largo camino por recorrer y una lucha por continuar. Tal y como apuntó Annalena Baerbock, presidenta de la 80ª sesión de la AGNU, “la revolución sigue inconclusa”. El mundo se encuentra ante una pandemia sistémica en la que la violencia y la desigualdad afectan a millones de mujeres a nivel global. Por lo tanto, es indispensable reconocer las deficiencias actuales y dejar los discursos para tomar mayor acción y así, adoptar compromisos reales que vayan más allá de palabras vacías.


Relegación de las mujeres en la política


En los últimos años, la participación de mujeres en la política ha aumentado; sin embargo, la paridad de género aún está lejos de ser una realidad. Las mujeres únicamente ocupan el 30% de puestos elevados. Asimismo, 102 países nunca han tenido a una mujer como Jefa de Estado o de Gobierno. De acuerdo con el mapa Mujeres en la política: 2025, elaborado por ONU Mujeres y la Unión Interparlamentaria (UIP), únicamente 18 de 151 países tienen Jefas de Estado y 16 de 193 países tienen Jefas de Gobierno; lo cual representa el 8.3% y 11.9% de mujeres en las funciones más altas del Estado, respectivamente. Estas cifras muestran una clara subrepresentación de ellas dentro de la política, lo cual implica un severo problema: es irónico que sean predominantemente los hombres quienes discutan los problemas y el papel de las mujeres en el mundo. Por ello, es necesario que la voz de las mujeres se escuche y esté presente en la toma de decisiones.


Desigualdad laboral y económica


Otro de los grandes desafíos recae en la economía. La fuerza laboral de las mujeres entre 25 a 54 años a nivel mundial ha incrementado 1.7% del 2015 al 2024. Aunque este aumento no debe ser demeritado, persisten problemas que limitan un avance significativo. Por ejemplo, a pesar de que el 18 de septiembre es el día Internacional de la Igualdad Salarial, actualmente las mujeres ganan 20% menos que los hombres a nivel global y esta brecha es aún más grande para las mujeres con hijos.


Además, globalmente, las mujeres y las niñas asumen una parte desproporcionada del trabajo doméstico y de cuidados. En promedio, ellas dedican 2.5 veces más tiempo a estas tareas que los hombres. Ahora bien, de acuerdo con el Grupo Banco Mundial, las mujeres en América Latina y el Caribe son las más propensas a tener trabajos vulnerables y de bajos ingresos, entre ellos el trabajo doméstico y de cuidados que no es remunerado, invisibilizando la participación de la mujer en la economía.


La inseguridad de ser mujer


Actualmente, hay 1,529 medidas legislativas en 191 países para atender la violencia contra las mujeres y las niñas. No obstante, 736 millones de mujeres han reportado ser víctimas de violencia física o sexual y en 2025 1 de 8 mujeres entre 16 y 49 años han sido víctimas de dicha violencia por parte de su pareja. Además, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y ONU Mujeres, el feminicidio se ha vuelto una crisis global, siendo África, América y Oceanía los continentes con los mayores índices de feminicidios en 2023. 


Aunado a lo anterior, el problema se ha visto exponenciado con los avances tecnológicos, ya que las mujeres parecen no estar seguras ni siquiera en el internet. La violencia ha tomado nuevas formas en el que las defensoras de los derechos humanos, las periodistas, las funcionarias públicas, las feministas, las académicas y las jóvenes son la población más vulnerable de sufrir este tipo de violencia. En los últimos años, han habido avances en los marcos legales para proteger a las mujeres de la violencia digital, tales como la Ley Olimpia, la cual se ha ido extendiendo desde México hasta Argentina y Panamá. Sin embargo, es importante destacar que muchas mujeres prefieren no denunciar ni solicitar ayuda debido a la revictimización y el rezago burocrático que conlleva el proceso. Así, aunque las medidas legislativas son importantes para la visibilización y reconocimiento de los problemas, estas deben estar acompañadas de marcos institucionales confiables que no compliquen más la situación de violencia. 


Inatención a la agenda de mujeres y de género


Hace un año, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Pacto para el Futuro, el cual tiene una sección sobre la importancia de alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas (la Acción 8). Uno de sus objetivos está enfocado en aumentar la inversión para eliminar las brechas de género. Sin embargo, las cifras apuntan hacia un panorama distinto —en el que la agenda de género y mujeres parece no ser una prioridad para la comunidad internacional. El avance por la igualdad sustantiva carece de recursos económicos para implementar leyes y políticas nacionales, pues en 2024, sólo 26% de 121 países contaban con sistemas integrales para rastrear la asignación de recursos destinados a la igualdad de género. En consecuencia, hay un déficit presupuestario de 420 billones de dólares en 2025 para esta agenda.


Conclusión


Los ejemplos anteriores evidencian la falta de acción y cumplimiento por parte de la comunidad internacional. Por lo tanto, es importante recordar que la agenda de género y de mujeres debe ser una prioridad internacional y nacional. Los tratados, compromisos y acuerdos no sólo deberían de ser simbólicos, deben cumplirse. Ya va medio siglo en el que la visibilización de los desafíos para las mujeres tomaron lugar en la agenda internacional. No obstante, si no hay compromisos genuinos que garanticen los derechos de las mujeres como derechos humanos, los avances van a seguir como ahora: casi nulos.


En conclusión, el mundo necesita entender que el no actuar o hacer lo mínimo es parte del problema. Ante la inacción abunda un solapamiento patriarcal que va en contra de todos los avances que se proclaman. El mundo no puede seguir dominado por estructuras patriarcales que invisibilizan y frenan el camino a la igualdad y a la equidad. En tiempos de crisis global, no hay lugar para dejar a la mitad de la población atrás. 


Imagen recuperada de UNWomen https://www.unwomen.org/es/articulos/articulo-explicativo/doce-pequenas-acciones-con-gran-impacto-para-generacion-igualdad


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