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Estados en acción, cumbres en disputa: la agenda global del 10 al 16 de noviembre 2025


Esta semana, el escenario internacional volvió a evidenciar que los gobiernos operan bajo una creciente presión proveniente de múltiples frentes. Negociaciones interregionales que buscan redefinir alianzas, cumbres globales que exigen compromisos concretos, tensiones políticas internas que condicionan la acción exterior y emergencias humanitarias que desafían la capacidad estatal de respuesta. Desde Europa hasta América Latina y desde Estados Unidos hasta el Sudeste Asiático, la dinámica global mostró un patrón común: los Estados deben gestionar simultáneamente demandas internas y presiones externas en un contexto cada vez más volátil.En este marco, uno de los sucesos más relevantes de la semana se dio en el plano interregional. 


La IV Cumbre CELAC-UE planteó una ambiciosa agenda de cooperación sobre comercio, energía, digitalización y gobernanza con decenas de países de ambos continentes. Aun así, el evento evidenció una seria carencia de coordinación: De los 60 países invitados a la cumbre (33 de la CELAC y 27 de la UE), sólo nueve estuvieron representados por sus jefes de Estado o de Gobierno. Varios mandatarios europeos, como Ursula von der Leyen (Presidenta de la Comisión Europea), Emmanuel Macron (Francia) y Friedrich Merz (Alemania), cancelaron su participación formalmente por “complicaciones de agenda”, pero los analistas señalan que dichas ausencias fueron también resultado de la presión directa e indirecta del gobierno de Estados Unidos, quien había sancionado al anfitrión colombiano y pronunciado operaciones militares en el Caribe — lo cual generó un efecto disuasorio sobre la participación europea.  A pesar de la influencia norteamericana, durante la Cumbre en ningún momento se nombró a Estados Unidos o a Trump. Sin embargo, los líderes presentes en la reunión hicieron alusiones a Washington durante sus declaraciones. 


Imagen recuperada de EU-LAC Foundation.
Imagen recuperada de EU-LAC Foundation.

En ese contexto, la cumbre mostró que una voluntad declarada de asociación birregional puede verse socavada por fallas estructurales, falta de compromiso político y tensiones externas, dejando en entredicho su capacidad de generar impulsos efectivos en materia de gobernanza internacional.


En paralelo, la mirada global se trasladó a Brasil con el inicio de la COP30. La trigésima edición de la conferencia climática de la United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC) se inició en la ciudad amazónica de Belém con una agenda ambiciosa: adaptación, transición energética, financiación para pérdidas y daños, y una revisión de los compromisos nacionales. En esta instancia gobierno brasileño se presenta como actor central, buscando consolidar su liderazgo diplomático en materia ambiental internacional.  

No obstante, la organización del evento ha estado marcada por tensiones y presiones: los alojamientos registraron costos extremadamente elevados y la logística generó desafíos en torno a la seguridad del país anfitrión


Además, pocas horas después de la apertura, un grupo de manifestantes indígenas (y no indígenas) irrumpió en la zona de negociaciones, clamando 'Our land is not for sale'  y denunciando la falta de participación real en las decisiones sobre sus territorios y los recursos de la Amazonía.  


Imagen recuperada de Al Jazeera. 
Imagen recuperada de Al Jazeera. 

Este episodio sirve para subrayar que, aunque la cumbre busque proyectar una imagen de cooperación global, los gobiernos siguen manteniendo fuertes presiones sociales e institucionales internas, mucho más allá del escenario diplomático.


Y mientras la COP30 mostraba lo lejos que estamos de una acción climática coordinada, la semana ofreció dos recordatorios bruscos de lo que implica esa falta de respuesta global: en el Sudeste Asiático, las inundaciones que golpearon Filipinas y avanzaron hacia Vietnam, con riesgo de extenderse a Laos y Camboya, volvieron a exponer la vulnerabilidad climática de la región; y, en el Caribe,Cuba vive un fuerte repunte de dengue, chikunguña y oropouche que reactivó las alarmas sanitarias, una crisis que también se agrava con las mismas condiciones climáticas extremas.


Imagen recuperada de Euronews. 
Imagen recuperada de Euronews. 

En un escenario global donde los impactos climáticos y sanitarios exponen la fragilidad de los Estados, las grandes potencias tampoco logran proyectar estabilidad: las dinámicas económicas y políticas que emergen esta semana muestran que, incluso en los centros de poder, las presiones internas obligan a recalibrar decisiones que repercuten en todo el sistema internacional.


Esta semana, Donald Trump anuncio oficialmente el fin del cierre del gobienro federal de los Estados Unidos, tras 43 días de paralización, el presidente norteamericano puso fin al shutdown más largo de la historia. El anuncio buscó proyectar control frente a una opinión pública y un entorno político crecientemente fragmentados.

Sin embargo, la medida revela una paradoja: aunque el conflicto institucional parece superado, lo que aflora es la dependencia del sistema estadounidense de decisiones de emergencia y soluciones de corto plazo.


Lejos de fortalecer su liderazgo global, el gesto deja al descubierto que el centro del poder global no está exento de fragilidades: disputas partidarias, bloqueos legislativos y falta de consenso interno condicionan su capacidad de acción exterior. En un contexto internacional marcado por crisis múltiples, desde urgencias sanitarias y desastres climáticos hasta tensiones internas y geopolíticas, Estados Unidos demuestra que la gobernabilidad está cada vez más anclada a su dinámica interna, lo cual pone en tensión su rol como principal actor de la gobernanza internacional.


A la vez que Estados Unidos intenta recomponer su frente interno tras el anuncio del fin del cierre gubernamental, el escenario internacional no quedó en pausa. China aprovechó este momento de transición política en Washington para recalibrar su propio posicionamiento, enviando una señal económica que habla tanto de pragmatismo como de cálculo geopolítico.


China anunció la suspensión por un año de las tasas portuarias especiales impuestas a buques vinculados a Estados Unidos. Esta medida se presentó como parte de un acuerdo recíproco con Washington, que también paralizó por un año ciertas sanciones en los sectores marítimo y de construcción naval. La decisión implica que aquellos barcos de empresas estadounidenses, operados o construidos bajo bandera de EE.UU., dejarán de pagar las mencionadas tasas en puertos chinos, al menos hasta noviembre de 2026.  


Imagen recuperada de France24.
Imagen recuperada de France24.

Desde el punto de vista geopolítico, la medida cumple varias funciones: proyecta a China como actor pragmático dispuesto a moderar tensiones comerciales cuando la coyuntura internacional lo exige. Por otro lado, aprovecha el momento de debilidad política estadounidense para reconfigurar relaciones económicas sin recurrir al conflicto abierto. Además, libera presión sobre cadenas logísticas globales, lo que puede traducirse en señales positivas para terceros países y para la imagen de Pekín como interlocutor fiable. Por último, también deja claro que esta «moderación» no equivale a un cambio profundo de estrategia: China deja abierta la posibilidad de retomar medidas si Washington no cumple su parte del consenso.  


La semana mostró un tablero internacional en el que nada funciona de manera aislada: cumbres sin dirección política, emergencias climáticas que se encadenan, brotes sanitarios que vuelven a presionar a los sistemas de salud y potencias que alternan entre el desorden interno y los movimientos estratégicos externos. Cada noticia, desde Brasil hasta La Habana, desde Manila hasta Washington y Pekín, expone un punto clave: los gobiernos ya no solo gestionan problemas, gestionan escenarios que cambian más rápido de lo que ellos pueden responder.


La pregunta que queda abierta es inevitable: en un mundo donde varios gobiernos operan al límite y otros avanzan con movimientos calculados, ¿qué Estado está realmente en condiciones de marcar el rumbo?


 
 
 

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